Mis reflexiones no son un ataque ni una crítica feroz hacia las federaciones - aunque no puedo salvarlas de la quema -, o los organizadores. Tal vez tenga motivos para realizar esa crítica hacia dichas personas o instituciones, pero en éste caso solo puedo replicarles su visión del negocio en detrimento del ajedrez y los ajedrecistas. Pero quizá no sea culpa suya. En un mundo y una sociedad en la que todo tiene un precio, no van a ser estos, los que vayan a competir por unos premios humanitarios.
Mis reflexiones son una crítica hacia nosotros, los jugadores. Y es que si ni siquiera nosotros mismos, somos capaces de poner límite a nuestra dignidad y a exigir un mínimo de respeto, no creo que tengamos derecho a criticar o discutir las decisiones o las acciones que toman las respectivas federaciones o los organizadores de eventos privados.
Afortunadamente no peino canas aún, pero eso no quita que me acerque a los veinte años de dedicación a esta disciplina. Mi madurez intelectual ha llegado con ella - creo -, y ha sido cuando he observado todo lo que acontece y que en mi opinión, resulta dañino no sólo para el jugador de ajedrez, sino para el ajedrez en sí. Solamente me refiero a la situación actual del ajedrez en España y no de otros lugares, por puro desconocimiento.
Es probable que mi primera desilusión fuera en el año 2002, en los Campeonatos de España de Formigal. Allí, tras una desafortunada organización por parte de la FEDA, las circunstancias nos condenaron, - en mi caso que era categoría sub 16 -, a realizar el torneo en una sala de juego en malas condiciones y con un importante número de rondas dobles debido al retraso de la primera ronda. Como menor de edad, solo puedo atreverme a exigir explicaciones a los monitores y responsables de las federaciones, que permitieron que se celebrara el campeonato en estas circunstancias. Por supuesto todo es comprensible y discutible, y comprendo que cuando centenares de niños, con sus familiares, se desplazan hacia un punto determinado de la geografía española para participar, ambas partes deben poner de su lado para tratar de perjudicar lo mínimo a todas estas personas.
A partir de ahí, el ajedrez en España ha sido, para mí, una sucesión constante de obstáculos para los jugadores. Por decirlo de manera clara, se probaron los límites de los jugadores, hasta dónde podíamos ceder, y en la actualidad esos límites todavía no han sido marcados.
Por un lado llegaron las competiciones y los premios para jugadores por niveles, lo que se conoce como franjas. Me resulta realmente alucinante que se premie la mediocridad, o peor aún, el no progresar. No se si los partidarios de estos premios, se han preguntado alguna vez, cómo se le puede explicar a un niño que está progresando, que puede obtener mejores premios por ser un jugador flojo o mediocre que si es un jugador experimentado.
En este aspecto no puedo criticar a un organizador, el cuál obtiene un gran rendimiento al celebrar un evento de este tipo. Pero sí considero que es criticable el papel de las federaciones, ya que carece de sentido apoyar éste tipo de festivales y a su vez mostrar apoyo a los jóvenes valores para que progresen y se formen como jugadores.
De todos modos, creo que la crítica tiene que dirigirse a los jugadores por permitir que se celebren estas competiciones y en especial a los entrenadores o monitores de los niños, que considero que no dan un gran ejemplo en la vida a sus alumnos, con su propia participación o la recomendación de esta a sus pupilos.
Esta reflexión es una opinión tan válida como otra cualquiera y por tanto mi intención no es la de discutir si se debe jugar o no. Cada uno sabe muy bien lo que hace y yo no soy quién, para acusar o meterme en los tipos de torneos que debe uno jugar. Lo único que sé, es que hace diez años, estos torneos y ese tipo de premios no existían, y los jugadores tomaban parte en los torneos que había, en igualdad de condiciones, optando por igual, a todos los premios en juego.
Por otro lado están las acotaciones de los torneos y la llegada de las rondas dobles. De nuevo el organizador debe estar excluido de la crítica ya que somos los propios jugadores los que seguimos dando concesiones y permitiendo que se nos trate como “gladiadores” - quizá este término sea exagerado -. El organizador busca obtener el mayor rendimiento posible por lo que busca la manera de acortar gastos, y la duración de menos días de su torneo, resulta claramente beneficioso. De nuevo podría criticar a las federaciones, - en éste caso concreto a la FEDA -, por realizar una gran mayoría de los campeonatos de España en estas condiciones. Claro que, si los jugadores, delegados o monitores de chavales, no criticamos, y asentimos con la cabeza, no estamos en disposición de encolerizarnos por el comportamiento federativo.
Mi experiencia me dice que en los grandes campeonatos, como europeos, mundiales o magistrales, el calendario es de una partida diaria y hasta hay presencia de días de descanso de entre medias. Claro que estos torneos buscan sobre todo un alto nivel en las partidas; lo que con una “cursilería” se podría decir que es “una bella lucha en el tablero”. A pesar de todo, los espectadores critican una excesiva cantidad de tablas en pocas jugadas y los mínimos errores de los jugadores, son criticados y considerados una ofensa para el público. Cuando me refiero a los espectadores o al público me estoy refiriendo en gran parte a los propios jugadores, que somos los que seguimos las partidas.
Y yo me pregunto: ¿ Acaso no somos conscientes de lo duro que es preparar una partida contra un rival, y cuanto más experimentado es, aún más? ¿ No somos conscientes de lo duro que es mantener la tensión y la concentración durante cuatro o cinco horas, de manera diaria? ¿ Nos damos cuenta del esfuerzo que realizamos y lo cansado que resulta?.
Yo comprendo que mis compañeros de instituto, que nunca han jugado, no lo entendieran y que comentaran en broma si acaso cansaba levantando los peones y realizando el enroque. Pero los jugadores; ¿ no lo entendemos?.
Pues parece que no. Queremos rondas dobles, para cansar el doble y así ser más difícil mantener la concentración, lo que provoca que cometamos errores y las partidas sean de peor calidad. A la vez estamos agotados, por lo que al cuarto día - tal vez la séptima ronda -, estemos exhaustos y firmemos unas tablas en pocas jugadas. Pero eso no nos gusta, porque queremos ver una dura lucha y de alto nivel. ¿ Qué más queremos?. Tal vez la cruda realidad es que solo queramos mirar para nosotros mismos, no queremos ver una buena partida de ajedrez, no queremos jugar una buena partida de ajedrez, queremos lo que a nosotros nos convenga sin importar que sea lo malo para el resto y para el ajedrez en general.
Los jugadores tenemos la culpa y más aún, si encima somos monitores. Los campeonatos de España se celebran con un sinfín de rondas dobles y con descansos vespertinos, no matinales. Sin duda si buscamos que los niños hagan buenas partidas, los ponemos a doblar rondas y que jueguen todas las mañanas, porque obviamente así demostrarán su mejor ajedrez. Sinceramente, y con todos mis respetos, discrepo de que el vencedor en un campeonato de España de edades, demuestre ser el mejor de su edad.
Por si fuera poco, ahora no se pueden hacer tablas antes de la jugada 30. No quiero decir ninguna obscenidad, pero ¿ qué será lo siguiente a lo que se nos obligue?.
Mi conclusión es que los jugadores no estamos preparados para demandar mejores condiciones, mejores premios o más torneos. Primero debemos tener un mínimo de respeto por nosotros mismos, una conciencia de clase, y tras ello, tal vez nos podamos plantear dejar de ser la clase oprimida.
Lamentablemente, tras escribir estas lineas me doy cuenta de que ni siquiera tenemos un medio donde difundirlas, porque sinceramente no puedo dar credibilidad a ninguna web española de ajedrez, que conozca.
Son solo unas reflexiones, que espero que lleguen a más jugadores y sirvan para analizar la situación y tratar de mejorar la vida del jugador de ajedrez, en el futuro.